Sobre Poemas en hucha
de Pedro Granados
Indran Amirthanayagam
Pedro Granados nos ha aguardado unas verdaderas joyas en su hucha que hoy tengo el placer de romper para los nuevos y viejos lectores aquí presentes. Me han dicho que está no es la primera vez que se comenta este libro y espero que mis palabras le den un nuevo vuelo. El destino de voces poéticas en nuestros tiempos está inevitablemente vinculado a la red global, nuestra casa virtual donde imágenes de la historia contemporánea viven juntas, no encima, del tesoro universal que cada nuevo hablante de un idioma antiguo hereda desde su primera conversación con la madre o el padre.
Qué responsabilidad tenemos, de introducir a nuestros niños al pasado y el presente en arte, filosofía, ciencia, lenguaje, economía! Y qué difícil es explicar en prosa lo que el poema de Granados hace con lo que es a la vez una sencillez majestuosa y una música subterránea cuyos rasgos escucho a diario en estos días de lectura que influyen también en mi propia escritura.
Empecemos al principio, como nos aconsejo Lewis Carroll a través de su conejo, y seguimos hasta al final y terminamos. O no. De repente me quedo asombrado y con dudas. Por qué está el titulo del primer poema dentro de un paréntesis? Y las cosas algunas. Entonces son algunas, si, y no todas, y además dentro de un mundo apartado. Y antes de decir más tecleo un gran conflicto que me ha surgido a raíz de la lectura de este libro. No quiero parar en prosa.
Sus poemas son una llave y me encuentro sucio con sudor, en un día caluroso, y necesito refrescarme y leo un verso y el agua fluye y fluye. Mejor nada con la corriente y así que antes de volver a desarrollar un argumento sobre lo que se encuentra entre los paréntesis, lo que Pedro llena en lo no dicho, entre líneas, en el espacio en blanco, déjenme darles un sabor de sus versos. Esta noche leeré y comentare cuatro de los poemas. Y noto que el libro se divide en dos secciones: resientes y aquel que da titulo a la colección, Poemas en Hucha.
(Sobre el cemento fresco)
Sobre el cemento fresco
del mudo mar de mi ciudad
--entre los tristes botes
del muelle de pescadores—
Echo mis redes. Desanudadas
mis preguntas
son unos desechos más
sobre la imantada superficie.
Sombras efímeras
mis anhelos.
Quiero morir. Morir.
Ponerme al día,
como dijo alguna vez de viejo
mi cansado padre.
Quiero morir
y hacer todo de nuevo.
(Escrito probablemente en 1984)
Una lectura detallada de este poema podría servir como modelo de la lectura profunda que merecen todos los poemas reunidos en la hucha de Granados. Empieza con una imagen asombrosa de echar cemento fresco sobre el mudo mar de la ciudad. ¿A qué nos lleva esta primera línea? Acaso ¿estamos presenciando un entierro, un canto a lo que hemos perdido, los acontecimientos que ya forman parte del lecho de la ciudad? Es interesante que en esta ciudad de peces y comensales de pescado, donde nos encontramos, vemos los tristes botes de los pescadores. ¿Por qué tristes? ¿No estamos donde hay una oferta rica del mar, que otros lares no gozan?
El poeta lanza su red sobre este cadáver, recién cubierto por el concreto. Y desanudadas son sus preguntas. Veo las preguntas sueltas en el aire, lanzadas a las profundidades del mar muerto, la imantada superficie. Cae Granados en la red de la melancolía, lo que los poetas liricos llevan en sus bolsas como billetera. Sombras efímeras mis anhelos. Pero por acaso el poema termina con una leve respiración de esperanza: Quiero morir/y hacer todo de nuevo.”
La idea de renacimiento, de conquistar al demonio a través de la escritura y recuperar la fuerza aparece en algunos poemas. También la desesperación se nota en Sobre el cemento fresco. Otro elemento puente en el libro es la reflexión de un poeta y crítico y profesor sobre su papel en la transmisión del conocimiento.
( Por consideración con mis estudiantes)
Por consideración con mis estudiantes
No enseñare más
Por compasión con ellos
No me verán más en el aula
He comido del fruto prohibido
Qué le vamos a hacer
He desflorado
Y tenido en una sola mano
La cabeza atónita
De la medusa
No soy de esta época
Excesivos han sido mis años
Son mis recuerdos
La luna cobijada como un pollito
El diablo, el pobre, no el poderoso
Apilado entre las calles
Ubicuo
Y yo escondiendo lo vivido
Lo deseado
Como una herida de muerte
No soy del presente
Cuido una flor
De cementerio
Y peino las canas
Del poema
Y lo engomino
Porque lo necesita
Por eso es que dejo
de enseñar y dejo
mis bártulos y mis agujas
de cazar moscas al vuelo
de capturar arañas
y auscultar mi corazón
e mercurio mi alma
de éter insoluble
a este aire nuestro
Y estas sabidurías
ociosas y como extravagantes
y también inútiles
o poco practicas
e inaplicables
y dolorosas y demasiado henchidas
e invariablemente ocultas.
¿Quién es Pedro Granados y por que siente tanto resentimiento? No es de este mundo dice y no va dar mas aulas. Añade que ha comido el fruto prohibido. Pero ¿no es cierto que todos lo hemos comido? Entonces este Pedro representa tú y yo salvo que habla muchas lenguas, digo, Pedro el profesor y amigo, aquel que conoci hace unas semanas en un café limeño. Y ¿de qué consiste este fruto? El resultado de su labor, las horas y horas de lectura y revisión de textos de sus estudiantes, sus propios poemas, su blog. ¿Quién es Pedro sin su blog?
Dice Granados que cuida una flor del cementerio y que engomina el poema en un libro como el lepidóptero Nabokov sus mariposas. Pero ¿cuáles son las verdades que descubre y revela Granados? Finalmente me quedo asombrado por la profundidad de su desencanto: estas sabidurías…poco practicas e inaplicables y dolorosas y demasiado henchidas e invariablemente ocultas.
Siento que no he podido dar justicia a Poemas en hucha. Mis propias manías de las últimas semanas, las presiones de mi otro trabajo, mis propios poemas han interferido en la lectura ociosa de este libro. Me siento culpable, un pecador, ante la hostia oscura que nos ofrece el poeta. Déjame tratar de rescatar mi lectura.
(meter las palabras)
Meter las palabras
todas
como antes
piano
lento
boca
dientes
apetito
todo eso tienes
en común conmigo
dientes
meter
los
en el papel
hasta
sacarle sangre.
Entrega todo Pedro, su rencor, su amor, su conocimiento en su poema, su flor cultivada al lado del entierro, en el cementerio de la poesía, a estas alturas de todas las tradiciones mientras vimos el fin que nos espera. Aquí les presento los poemas, sus joyas en hucha. Todo eso tiene en común conmigo, meter los dientes en el papel hasta sacarle sangre.
Y finalmente una esperanza, una llama en las tinieblas. Para Charito escribe
Apenas manos pies
Ligeros
Una silueta
Entre el fuego
Entre estas palabras
Invisible
Plegaria
Adoración
Al borde
Del llanto
Como esa mirada al paisaje
De dentro
De fuera
Da lo mismo
Esa mirada
Tragándose poco a poco
El lugar
Adorar
Adorar
Es nuestra única alternativa
Adorarte
Ciegos los labios
Y elocuente el corazón.
Finalmente qué es lo que se encuentra entre líneas, en el blanco de la hoja, lo que el poeta insiste marca la diferencia entre su canto y la prosa? Propongo que es el vacio blanco aquel. Y el poeta lanza sus redes sobre el mar oscuro, cubierto de cemento fresco. En otro poema dice “En medio de ciudad tan triste/y de nuestras propias miserias,/estas del cuerpo.” Celebremos este cuerpo, toquémoslo. Está si escribimos mil poemas o un solo o nada. Finalmente, encontramos en el amor su poder salvador. “Mi madre me consolaba,” dice, “porque ella sabia sabía.” ¿Qué sabia su madre? ¿Qué sabe Granados? No es un amor fácil, inocente, pero es indoblegable, “viejo ya experto ya/jugado a no amar/A mar mar jugado.”